Los libros que carga son consecuencia de sus sentimientos, decidió enmarcarlos todos entre versos para que cuando su alma se elevara en el infinito, hubiera quienes recordaran todo lo que alguna vez sucedió.
En su andar siempre rápido todo transcurre mas lento, los pasos de las personas son coordenadas exactas que los llevan a su rutina diaria con lo que van marcando el desconsuelo en el tono de su voz.
Danzan entre sus manos las esperanzas, derretidas en estas, poco a poco se tornan de color. Las oscuras lineas que se escriben en sus labios no saben tan sombrías, solo son reflejo de lo que sus ojos ven en los demás, mas no así en su interior.
Son frías palabras situadas estratégicamente en la esquina húmeda en que se mimetiza la mirada sombría con el aire denso que invade por la noche la ciudad, cuando se crea la sumisión. Sale a caminar entre fantasmas, su canto se pierde en su frenética canción, la osadía de deambular sola entre la noche, no la vuelven mas valiente, solo perdida en su condición.
Las equivocaciones absurdas que le gusta cometer son dulces, siente perder el tiempo en desarreglarlo todo, pero cada quien tiene la felicidad a su gusto de ser.
Conoció tanta gente extraordinaria, así como criaturas débiles que se desprendieron de su que camino en el paso de los años. A pesar de las personas, de la multitud a las que suele concurrir, la rodea el transparente aire que hace a la demás almas huir. Observa todo desde afuera, tan lejos en su mente, tan detalladamente en su corazón.
Los tejidos influyentes llegan desde el cielo, en aquellos mantos a los que acostumbra acudir para perderse en la fiebre volcánica de sus deseos, a perderse en la brisa gélida que enfría sus pasos al venir.
Mira todo tan fugazmente, corre rápido y lento en diferente dirección, los demás quizás ven solo desde afuera, los demás quizás nunca recuerden que a su lado se encontró.
