domingo, 6 de febrero de 2011

La vida te abre puertas y ventanas.

Y así, después de mucho tiempo estar esculpiendo aquella piedra, los destellos que se habían anunciado desde tiempos pasados penetraron las paredes frías del mármol y le otorgaron vida a la imponente estatua. Cada movimiento ejecutado sobre la tierra, cada huella que desplegaba sobre el suelo, dejaba marcada la ruta que mucho tiempo después decidiríamos seguir, como si algo en el hecho de aventurarse a la vida, solucionaba los problemas que nos aquejaban en nuestro hogar.
Entonces sin mas pensarlo y sin mas preámbulos, sin maletas, sin tiempo, sin excusas ni discusiones, nos miramos y fiel a nuestros mismos pensamientos comenzamos a caminar, sin saber con que nos encontraríamos en el final.
Ahora creo que siempre a la mitad del camino uno tiende a arrepentirse, se llena de miedo y recorre mas de una vez la mente, la idea de regresar. Te empiezas a cuestionar, a observar riesgos, a negar tu lado arriesgado, a solo llenarte de temor. En la mayoría de las situaciones, me encontraba a mi lado con alguien que rara vez me hacia desistir, pienso ahora que era por el hecho de que si nos hubiésemos llegado a equivocar alguna vez, estaría ahí conmigo siempre, para caer y para levantarnos juntos denuevo. Siempre hubo una mano sobre mi hombro, siepre hubo la seguridad que alguna vez te llega a faltar.

Cuando sentíamos que ya nos acercábamos al final de nuestra travesía, que dentro de todo estábamos cocientes que quizá no nos llevaría a ningún lugar, te empiezas a poner ansioso, a querer continuar rápidamente, el temor a la decepción sigue vigente siempre, pero la curiosidad es mucho mayor con cada paso.

Después de muchos años llegamos al final. No fue una gran sorpresa no encontrar lo alucinante, no fue una gran sorpresa que no nos dejara impresionados aquel lugar, existía lo que el mito nos revelaba, la gran e imponente estatua, ya sin magia, ya gastada, ya entregada nuevamente a la tierra, a las piedras de donde nació y volvió a pertenecer, solo era una estatua, allí no habían sentimientos que encontrar.

La verdad no recuerdo cuantas veces has estado a mi lado, no recuerdo cuantos caminos hemos recorrido juntos, no tengo una noción precisa de cuantas aventuras llevamos guardadas en nuestra mochila eterna, pero más allá de aprender algo, de encontrar algo, de llevarnos a algo que nos hiciera llorar o sufrir, si tengo la noción de que siempre estuviste ahí, de que tus ganas contagiaban a la mías, de que tus miedos también fueron los mios, tus alegría, nuestras alegrías, mi vida en estos años... mas allá de concordar o no en nuestras decisiones, me acompañaste y me seguirás acompañando desde un camino mas lejano, pero sé que se volverá a juntar con el mio, en este tiempo puede que no sea físicamente, pero siempre estas considerado en mi vida, aunque no quisiera que fuera así, así lo es, te adoro, gracias por estar conmigo todos estos años. Mi amigo, mi hermano, mi apoyo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario