domingo, 4 de abril de 2010

Me fumaba tu alma espesa entre la niebla, entre alientos...


Me fumaba el alma espesa en la sobriedad de tu conciencia,
en la embriaguez de tu decencia, en la cordura de tu esencia.

Me bebía tu amargura, tu elocuencia y tu locura,
me enrollaba entre tus huellas con el viento a tu favor,
y el licor de tus palabras de tu sangre envenenada
invadía mi complacencia infectando mi paciencia.
Contraían las historias que invocaba cada noche,
y los liquidos herrantes saturaban mi interior.

Absorvia esas fuerzas que recreas cuando besas...
y los cuadros se formaban, los pintaban mis palabras,
la pelicula encantada que actuamos en mi cama.

Me fumaba el alma espesa en la sobriedad de mi conciensia.

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